Pazo de Oca: el «Versalles» gallego

Pazo de Oca  Aunque la comparación efectuada en el título de esta entrada pudiera resultar distante, hace una referencia acertada a la importancia de este pazo, el mejor conservado de todos los pazos gallegos.  Las primeras referencias históricas de este majestuoso lugar se remontan al siglo XV, cuando los Señores de Oca, Álvaro y su hijo Suero, tomaron partido en las luchas por la sucesión de la Corona de Castilla.

  Es ya en 1978 cuando la actual duquesa de Medinaceli, quien ostenta el largo nombre de Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa, incluyó este pazo en la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, creada con el fin de estudiar, conservar y difundir el patrimonio histórico-artístico vinculado a la Casa.

   Avenida de Los Tilos del Pazo de Oca

  En esta obra maestra, no solo de la arquitectura, sino también de la jardinería, confluyen en armonía el agua, la piedra y la vegetación. Cada uno de los espacios de este imponente conjunto da muestras de la grandeza del mismo.  Así, tenemos los maravillosos estanques, los jardines en los que se dibujan las cruces de las Órdenes de Malta, de Santiago y de Calatrava, la magistral conducción del agua a través de sus fuentes, la perfecta convivencia entre los ejemplares botánicos tradicionales y las plantaciones comerciales como kiwis o manzanos y la bucólica y nostálgica Avenida de los Tilos.

Vista general del Pazo de OcaEl Pazo de Oca puede ser visitado en una pequeña escapada desde Santiago, pues se sitúa a escasos 30 kilómetros.  Solo se permite el acceso libre a la zona de los exteriores y su horario de visitas es de 9:00h a 18:30h de noviembre a marzo y hasta las 21:00h el resto de los meses del año. Aunque la entrada cuesta 4 euros por persona, si la visita se realiza los lunes, ésta es totalmente gratuita.

Fervenza do ToxaSi tras esta excelente visita queremos finalizar el día en un imponente entorno natural, tras unos veinte minutos al volante alcanzaremos un lugar de increíble belleza: Fervenza do Toxa.  Esta creación de la naturaleza se nos aparece ante nuestros ojos entre un espeso bosque de castaños, alcornoques y diversas especies más, y la visión de su grandeza se nos hace más perceptible desde los pies del salto de agua, cuya caída alrededor de los 30 metros la convierte en la “fervenza” (en español significa “cascada”) de las de mayor altura en nuestro país.  Aunque también podemos disfrutar de las vistas que nos ofrece la parte superior del salto, una zona de descanso formada por unos bancos y mesas de madera que se encuentra junto al lugar de la caída del agua hace más fascinante la contemplación.  Si eres de los que prefiere el movimiento a la contemplación, junto a esta zona de descanso parte una pequeña ruta senderista que, tras un poco más de dos horas de camino, llega hasta el  Monasterio benedictino de Carboeiro, de estilo románico, que se halla a orillas del río Deza, cuyo origen como ermita data del siglo X.

   Y esto solo es un aperitivo de las maravillas que nos ofrece Galicia

El punto más austral de África es…

¡¡Bienvenidos al punto más al sur del continente africano!!, nos vamos diciendo mientras nos acercamos al abarrotado y clásico escenario que hemos visto en todas las fotografías, que no es otro que el del Cabo de Buena Esperanza.  Fue bautizado así por el primer navegante conocido que lo rodeó, que no es otro que el portugués Bartolomeo Dias en el año 1488.  Lo bautizó así por ser éste el lugar en el que albergó la “esperanza” de poder abrir una vía de comunicación marítima con Oriente, tarea para la que se embarcó.

Pero no.  Por más que nos intenten convencer, este turístico lugar no es el punto más austral de África, aunque eso no hace que obviemos que el Cabo de Buena Esperanza se halla en un lugar espectacular e impresionante, dentro de la Península del Cabo, en un parque natural en el que existen playas de blanquísima arena y senderos que nos conducen a promontorios desde los que se domina el océano.

 El punto más austral del continente africano es el Cabo Agulhas, a unos 250 kilómetros al este del Cabo de Buena Esperanza, donde se unen las corrientes cálidas de Agulhas y las frías de Benguela.  Su nombre se debe a que las brújulas de los marinos portugueses se agitaban al pasar por este punto para, una vez superado, volvían a su posición natural.

Para ser justos, la importancia geográfica del Cabo Agulhas no va asociada a la belleza de su paisaje, donde se ve superado por la del Cabo de Buena Esperanza.

Así que ya sabéis, podéis hacer cola para fotografiaros en el “photocall” del Cabo de Buena Esperanza, o disfrutar en silencio de la fusión de los Océanos en el Cabo Agulhas.

  

Sudáfrica: Parque Natural de Tsitsikamma

Entorno natural de 70 kilómetros de costa rocosa que se presenta tal y como es, sereno, sometido al golpeo constante y martilleante del Océano Índico, que erosiona su espacio y emite permanentemente su banda sonora, la de la fuerza, la de la inmensidad.

Este Parque Natural, al igual que el de Kruger, está gestionado por SANPARKS, lo que le asegura una conservación impecable y una mejor organización.

El panorama desde el Parque es un placer para los sentidos.  Si a ello se suma la posibilidad de caminar por sus senderos y descubrir rincones maravillosos en los que sentarse y observar la majestuosidad del lugar, el resultado es sublime.

Pequeños paseos nos conducen por puentes colgantes, cascadas escondidas entre el bosque y gigantescos árboles centenarios.

Todo lo anterior se puede rematar con la posibilidad de alojarse en alguno de los bungalows situados a escasos metros del lugar donde rompen las olas, y brindar con el océano en inmejorable compañía y con un botella de vino sudafricano.

El Parque Nacional de Tsitsikamma está situado en la famosa “Garden Route”, a unos 580 kilómetros al este de Ciudad del Cabo, siendo un lugar muy visitado durante el verano austral, pero que en los meses de nuestro verano europeo permite un disfrute en absoluta quietud y tranquilidad.

Una verdadera joya natural que no hay que perderse.

Benidorm… ¿y por qué no?

No te aferres a los tópicos que rodean a esta localidad. No huyas de un enclave que forma parte de la cultura nacional de este país. No pido que te guste, solo te pido que te acerques y que compruebes por ti mismo lo que ha aportado Benidorm a nuestro ADN nacional. Ahí van 5 motivos para convencerte:

1.- Un pequeño Hollywood nacional

Benidorm ha sido un baluarte del fenómeno turístico-fílmico de los últimos años del franquismo y de la Transición. Desde «Alba en América» (1951), que recrea la isla virgen de Santo Domingo a la que llegó Cristóbal Colón, han sido innumerables los rodajes cinematográficos que se han desarrollado en Benidorm. También aquí se han rodado títulos que seguro que forman parte de la colección imprescindible de películas en VHS que tus padres todavía guardan en el mueble de la televisión, como por ejemplo “Un beso en el puerto”, con Manolo Escobar, en la que no faltan los tópicos del ligoncete bronceado. Otros títulos que seguro vas a encontrar son películas como «La Decente«, con Concha Velasco y Alfredo Landa (1970); «La luz del fin del Mundo» coproducida por Fernando Rey, Kirk Douglas, Yul Brynner y Samantha Edgar; «Ligue Store» (1972) de Alfonso Paso, con Tony Leblanc; «La Isla misteriosa» (1973) de Juan Antonio Bardem, con Omar Shariff y Gerard Tichy; y «El buque maldito» de Amando de Osorio, con Bárbara Rey y Jack Taylor. Ya en 1975, año de la muerte del dictador, Benidorm acogió el rodaje de «Yo soy fulana de tal«, de Concha Velasco.

Años más tarde, sin embargo, el cine retrató los excesos del capitalismo cañí en un tono menos optimista y más esperpéntico, como muestra el patético personaje de Javier Bardem en el Benidorm de «Huevos de Oro» (Bigas Lunas, 1993), muy ilustrativo para las generaciones venideras.

Actualmente, una gran superproducción «bollywoodiense» ha elegido Benidorm como lugar de rodaje de algunas escenas musicales de la película «Anna Bond«. Bollywood, no lo olvidemos, es la principal ventana a través de la que transmiten los indios sus productos cinematográficos.

Desde el año 2005, los rodajes en Benidorm se han sucediendo sin descanso gracias a la proximidad de la reciente Ciudad de la Luz de Alicante y, sobre todo, a la creación del Benidorm Film Office.

2.- No necesitas 8 horas de vuelo para ver rascacielos

Benidorm es el Manhattan del Mar Mediterráneo, con casi tantos rascacielos por metro cuadrado como Nueva York, de ahí que algunos la conozcan por “Beniyork”. Entre todos sus rascacielos destaca el Gran Hotel Bali, el hotel más alto de Europa y, hasta el año 2007, la torre más alta de España. En sus 186 metros y 52 plantas, este hotel de 4 estrellas cuenta con 776 habitaciones. No solo puedes alojarte en el hotel, también puedes participar en su carrera anual de subida de escaleras hasta el mirador o experimentar la sensación de saltar desde su azotea en el Campeonato Mundial de Salto Base que se celebra anualmente

Además del hotel, actualmente se están finalizando las obras de la torre residencial In Tempo, de 200 metros de altura. Es un edificio compuesto por dos torres en forma de número 1 enfrentadas entre sí y unidas en las plantas superiores por un módulo en forma de cono invertido. Algunos foros resaltan que su estética es un homenaje a las víctimas del 11-M.

3.- Símbolo de la libertad femenina

Fue en el año 1.952 cuando el bikini se introdujo oficialmente en España de la mano del alcalde de Benidorm, Pedro Zaragoza, que legalizó mediante un decreto el uso de esta prenda, convirtiendo a este lugar costero en la primera ciudad española en permitir tan polémico atuendo. Este acto que ensalzaba el carácter abierto de los hombres y mujeres de Benidorm se vio como una ofensa para una España católica. Así, el arzobispo de Valencia, Marcelino Olaechea, inició un proceso de excomunión del entonces alcalde D. Pedro Zaragoza, quien hubo de realizar un viaje a Madrid en Vespa para reunirse con el General Franco y obtener el respaldo a su decisión. Se ponía así fin a sanciones tan curiosas como las multas de hasta 40.000 pesetas que imponía la Guardia Civil a las féminas que osaban vestir con un simple bikini en las terrazas de las cafeterías playeras. Benidorm se convirtió en un paraíso de libertad dentro de las rígidas costumbres de la España de la época.

4.- Meca de la canción española

Raphael, el Dúo Dinámico, Dyango o Julio Iglesias se hicieron famosos gracias al Festival Español de la Canción de Benidorm, un certamen que tuvo lugar en Benidorm cada verano desde el año 1959 y hasta el año 2006. Además, un ilustre de la ciudad de Benidorm, y residente habitual, es Manolo Escobar. Y como es lógico, también hay que hacer referencia a María Jesús y, por supuesto, a su fiel acordeón, quienes se hicieron famosos hace 31 años gracias a la canción de “Los Pajaritos”, y que actúa cinco veces por semana en la cafetería “Las Arenas”, ubicada en pleno paseo marítimo de Benidorm.

5.- ¿Quieres ver a tus padres desatados y marcándose un bailecito en el centro de la pista?

Pues Benidorm es el sitio adecuado. La ciudad costera se convierte en el destino preferido de los jubilados tanto por sus económicos precios como por su oferta de ocio. En las maletas de los DJ,s, abundan títulos como “Paquito El Chocolatero”, “Suspiros de España” y la muy moderna “Macarena”, mientras que en la memoria de nuestros pensionistas subsiste su deseo de revivir aquella apasionante luna de miel que, hace 50 años, les trajo hasta la cuna del turismo. Todo ello puede hacer que “descubras” en tus padres ciertas conductas que no imaginabas.

No esperes a jubilarte para venir a Benidorm y asómate ya a esta parte del Mediterráneo. Posiblemente entiendas el porqué de muchas cosas…

Drakensberg: los Alpes sudafricanos

 A unas 4 horas en coche al sureste de Johannesburgo, el Drakensberg se alza elegante ante nuestros ojos.  Una cadena montañosa que da cobijo a una sucesión interminable de valles y praderas que ondulan al ritmo colorido de sus verdes bosques y amarillos campos, moteados por infinitos pequeños estanques y regados por numerosos ríos trucheros.

El Drakensberg, que pertenece a la región del Parque de Ukhahlamba y ocupa una extensión aproximada de 243.000 hectáreas, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en noviembre del año 2000 por sus atractivos naturales y culturales.

Granjas y vaquerías dan vitalidad a esta próspera región, en la que hallamos numerosas reservas naturales como las de Kamberg, Cobhan, Vergelegen o Coleford.  Las autoridades del Parque brindan la oportunidad de penetrar en estas reservas a través de unos senderos y recorridos perfectamente señalizados, que cruzan ríos y cascadas alimentadas con el agua procedente de la nieve de las cumbres.

Quizá la parte del Drakensberg con más encanto sea la región sur, pues la norte aparenta estar más masificada por el turismo.  Pueblos como Himeville o Underberg son lugares perfectos para dedicarse a explorar durante unos días estos parajes.  Desde Himeville parte una pista de tierra que, a unos 12 kilómetros, nos deja en la puerta de la reserva natural de Cobhan, mientras que a unos 5 kilómetros al sur de Underberg, una muy buena carretera que sale a la derecha de la vía principal, nos abre la entrada a la reserva de Garden Castle, un hipnotizante paisaje de gran belleza.

El Drakensberg atrae por igual a los amantes de la naturaleza y los deportes al aire libre, como a los aficionados a la arqueología, pues han sido identificadas en la región unas 150 pinturas rupestres del pueblo San, las mejores preservadas del África subsahariana.

La naturaleza, sabia como es, supo elegir al Drakensberg como el perfecto guardián del flanco este del reino de Lesoto, pequeño país enclavado en Sudáfrica que es conocido también como el “reino de los cielos” por su elevada alura.  Para cruzar la frontera entre Sudáfrica y Lesoto por el lado este, el único paso posible es el Puerto de Sani, a 2873 metros de altura, y solo es posible llegar a él en vehículo 4×4 o a pie, dada la dificultad de la ruta.

Para imaginar la grandeza del Drakensberg, hay que saber que en la zona sur al menos 26 cumbres sobrepasan los 3.000 metros de altura, destacando el monte Thabane Ntleyana, la cumbre más alta del país, con sus 3.482 metros.

Los alojamientos en los pueblos del Drakensberg son, por lo general, excelentes y con una buena relación calidad-precio, existiendo un amplio abanico de opciones que abarca desde los campings y albergues para mochileros, hasta “lodges” confortables en bucólicas praderas.  Además de rutas de senderismo, la mayoría de alojamientos ofrecen rutas a caballo, visitas a las granjas, prácticas de ordeño, degustaciones en queserías, observación de aves, etc…

Si desear acercarte a esta zona, échale un vistazo a la web oficial www.drakensberg.org.

San Juan Chamula: tradición indígena

   Epicentro de la histórica cultura amerindia, el Estado mexicano de Chiapas es el lugar ideal para entender las formas y modos de vida de los antiguos pueblos indígenas.  Actualmente, en los alrededores de San Cristóbal de Las Casas, capital cultural del Estado, numerosas aldeas tzotziles y tzeltales siguen manteniendo la fidelidad a sus tradiciones indígenas y ceremonias rituales.  La mejor forma de acercarse a ellos y conocer su forma de vida es visitando los diversos mercados de sus pueblos.  A ellos se les reconoce por sus particulares túnicas de lana hiladas a mano, las cuales varían de color en función del “cargo” que ostenta en la comunidad, mientras que ellas utilizan la lana para sus faldas.

   Una visita muy particular es la que se puede realizar a la iglesia de San Juan Chamula, en lo localidad del mismo nombre, a unos 12 kilómetros de San Cristóbal de Las Casas.  Por fuera es como cualquier otra iglesia, pero es en su interior donde uno aprecia las diferencias.  No hay bancos de madera, ni sacerdote que imparta oficio, ni tampoco Cristo domina las alturas sobre el altar, pues ese lugar está reservado para San Juan Bautista, el único protagonista de los rezos de los chamulas.  Los fieles, reunidos en círculos, se arrodillan sobre hojas de pino que cubren todo el suelo, salvo unos pequeños claros en las baldosas en los que se posan velas de distintos colores, en función de la enfermedad que se pretenda tratar de curar.  Para los tzotziles, la enfermedad está considerada como un castigo por la transgresión de las pautas sociales tradicionales.

   En el interior de la iglesia da comienzo el ritual que tiene como fin sanar las enfermedades que aquejan al creyente: gallinas cacareando son frotadas por el cuerpo del enfermo y, acto seguido, son sacrificadas mediante el crujido brusco de sus cuellos; cantos y rezos en lenguas ininteligibles llenan la iglesia de un rumor constante y adormecedor; el abundante humo del copal llena el ambiente y hace más pesado el aire que se respira; el calor de las velas eleva la temperatura; y los continuos eructos de los chamulas resuenan como si el espíritu de sus antepasados los hubiera poseído y los llevara al trance más profundo.  Para provocar esos eructos utilizan el “posh”, la bebida espirituosa preferida en las celebraciones religiosas.  Este aguardiente indígena es el puente entre el mundo material y espiritual del pueblo tzotzil, y cada sorbo de «posh» tiene y cumple un propósito: es promesa cierta de alegría en las fiestas de la tradición y es el elixir para curar las enfermedades del cuerpo y del alma. No obstante, muchos de los participantes en el ritual beben Coca-Cola, refresco capitalista por excelencia, lo que favorece la expulsión de los gases estomacales por su boca.

   

   Sus rezos se basan en su concepción del mundo, en el cual el maíz tiene un lugar privilegiado por ser considerado fuente de prestigio social.  Así, para acceder a algún cargo dentro de la jerarquía tradicional, una persona debe tener suficiente maíz para alimentar a las autoridades, a sus ayudantes y a su familia durante un año.

   Tal y como indica el gran cartel que se halla a la entrada del templo, la toma de fotografías, tanto en el interior de la iglesia como directamente a los habitantes de San Juan Chamula, está totalmente prohibida, pues según sus creencias, se les roba el alma al captar su imagen.  No obstante, gracias a quienes desprecian las costumbres y tradiciones de los pueblos que visitan, ya es posible encontrar en Youtube imágenes del interior de la iglesia.

   Para llegar hasta San Juan Chamula hay diversas opciones.  La más cómoda y sencilla es mediante vehículo particular, el cual se puede estacionar sin mayor problema en las inmediaciones del pueblo.  Otra de las formas más habituales de llegar hasta aquí es mediante las excursiones que se contratan en San Cristóbal de Las Casas.  Esta elección cuenta con la ventaja de conocer el lugar acompañado de un guía, lo que permite adentrarse en las costumbres locales de un modo diferente a como se hace en solitario.  Estas excursiones suelen incluir la visita a la localidad de San Lorenzo Zinacantán, otra aldea tzotzil.  Si a este lugar se accede por libre en vehículo propio, se debe pagar un peaje a la entrada del pueblo.

   Conocer estas tradiciones no es descubrir nuevas formas de vida, es recordar cómo se vivía mucho antes de la conquista del Nuevo Mundo.

Sudáfrica: la «Ruta Panorama»

 De camino al Parque Nacional Kruger, no puedes dejar de visitar la región de Mpumalanga (que significa “donde el sol sale”), una de las zonas de Sudáfrica con mejores carreteras. En esta zona de verdes valles y frondosos bosques se encuentran magníficos lugares que son atravesados por la conocida como “Ruta Panorama”, la cual termina por convencer a cualquier de lo maravilloso que es conducir.

 Esta ruta te lleva por lugares como el Blyde River Canyon, majestuoso espacio natural que goza de una fama fácilmente entendible cuando lo compruebas personalmente. Situado en lo alto del cañón, a la izquierda apreciarás los 700 metros de roca que, bajo tus pies, excavó el río durante millones de años, brindándote unas vistas excepcionales.  Por el otro lado, a la derecha, los conocidos como “The three rondavels”, tres macizos rocosos en forma de casas africanas que aparecen en todo folleto turístico que se precie.

En la misma ruta, aunque dependiendo del sentido en el que se haga se encuontran antes o depués, numerosas cascadas y saltos de agua van apareciendo a unos cientos de metros de la carretera principal, cautivándote el sonido que produce la caída de 90 metros de agua en lugares como “Lisbon Falls”, Berlin Falls” o “MacMac Fall”.

Tampoco puedes dejar de pasear por la calle principal de Pilgrim’s Rest, un pequeño lugar de 600 habitantes, antiguo pueblo minero, que ha sido restaurado maravillosamente. A pesar de ser un lugar turístico, se puede disfrutar de su belleza y tranquilidad, siendo merecedor de que pases una noche en lugares emblemáticos de la llamada “carrera del oro” como el Royal Hotel, de estilo victoriano, que conserva los muros de chapa ondulados de sus inicios.

La Ruta Panorama recorre unos 250 kilómetros que, con seguridad, te parecerán pocos… Ya entenderás el motivo.

El Sinaí y su histórico monte

Es habitual que en muchos de nuestros viajes conozcamos lugares en los que conviven diversas religiones o pueblos con profundas raíces espirituales, pero no son muchos los enclaves que constituyen una auténtica e histórica referencia plurirreligiosa.

Junto a lugares como Jerusalén, La Meca o Lumbini (Nepal), el monte Sinaí es uno de los lugares sagrados más importantes para la historia del pueblo hebreo y de los fervientes creyentes del cristianismo, siendo objeto de devoción por parte de musulmanes, cristianos y judíos, compartiendo las tres religiones la creencia del relato bíblico que recoge que Dios entregó los diez mandamientos a Moisés en la cumbre, lo que hace que esta elevación sea muy visitada como parte de peregrinajes religiosos. No obstante, no parece muy claro que sea exactamente éste el lugar que recogen los textos antiguos

El monte Sinaí está situado en la península egipcia del mismo nombre, al nordeste del país. Enclavado en un entorno rocoso y desértico, sus 2.285 metros sólo son superados por los 2.642 metros del monte de Santa Catalina.

No es necesario ningún impulso espiritual para decidirse por alcanzar su cumbre, puesto que desde sus pies ya se presumen las espectaculares vistas que posteriormente, a medida que se va progresando en la subida, se confirman. El ascenso es fácil y muy bonito, pudiéndose optar entre dos rutas que acaban por encontrarse a escasos 300 metros de la cima, comenzando a partir de aquí un trayecto de 750 escalones irregulares que conducen a la cumbre. La primera de las rutas y la más sencilla es la conocida como “Ruta de los Camellos”, un camino amplio en zig-zag de pendiente suave. En honor a su nombre, se puede optar por alquilar un camello y recorrer parte de su camino o incluso llegar al inicio de los escalones finales sobre el animal. En cuanto a la otra ruta, la de “Los escalones del Arrepentimiento”, resulta más agotadora debido a las abundantes rocas y a los 3.000 escalones que preceden a los 750 finales… Esta ruta fue creada por un monje a modo de penitencia, así que es fácil hacerse una idea de su dureza.

Durante el ascenso, que dura algo más de 2 horas si se elige la ruta más cómoda, se pueden encontrar varios puestos de refrescos y té, agradeciéndose enormemente la posibilidad de cobijarse del frío que comienza a sentirse a medida que se acerca la cumbre y que aumenta al llegar la noche.

El monte Sinaí forma parte del Espacio Protegido de Santa Catalina, el cual tiene como misión evitar los efectos perjudiciales del aumento del turismo. Afortunadamente, esta afluencia de visitantes ha revertido en una mejora de la economía local, puesto que se establece la exigencia de que se contrate a un guía beduino, salvo que se llegue hasta aquí con una excursión organizada. Decenas de guías se sitúan en la entrada y salida del Monasterio de Santa Catalina, por lo que es sencillo contratar con alguno de ellos la subida hasta el monte sagrado.

Estos guías, muy jóvenes la gran mayoría, realizan normalmente dos ascensiones cada día, una de ellas antes del alba con el fin de disfrutar del brillo del amanecer en la cima y la otra alrededor de las 3 de la tarde, con la intención de contemplar la puesta de sol y la luz anaranjada de sus tenues rayos sobre las montañas. Chilaba, chanclas de goma y un teléfono móvil con una “app” de linterna forman el atuendo y único equipamiento de estos guías, lo que contrasta claramente con las ropas técnicas, los calzados con membrana de amortiguación y las linternas frontales con LED,s de alta luminosidad que portan la práctica totalidad de visitantes. Y a su ya limitada indumentaria se añade la circunstancia de que, en ocasiones, se les puede ver portando sobre sus espaldas anchos y largos bancos de madera, al estilo de los utilizados en las iglesias, los cuales son llevados y traídos a los diversos tenderetes y refugios en los que venden té y cobijo a los visitantes, puesto que hay tramos en los que asnos y camellos no tienen posibilidad de paso. Toda una vida aprendiendo este oficio, transmitido de padres a hijos, ha forjado en ellos una adaptación total a este entorno desértico y rocoso.

Con independencia de los motivos religiosos, su historia y belleza hacen que sea un lugar de obligada visita para todos aquellos que optan por disfrutar de unos días en las costas de esta plataforma que une África y Asia, alejados del bullicio de El Cairo.

Para llegar hasta aquí, lo más sencillo es contratar el transporte desde el hotel o campamento en el que se esté alojado. También se puede llegar en autobús desde las principales ciudades del Sinaí, así como desde El Cairo, pero la parada final está situada en el poblado de Al-Milga, a unos 4 kilómetros del monasterio de Santa Catalina, desde donde se debe tomar un taxi colectivo que transporta a muy bajo precio a quienes se dirigen al Espacio Protegido de Santa Catalina.  No obstante, a día de hoy las condiciones de seguridad en la zona son más que dudosas debido a los conflictos existentes en la frontera del Sinaí con Israel, por lo que habrá que habrá que armarse de paciencia y precaución para llegar hasta aquí.

Por cierto, si se ha practicado buceo recientemente en cualquiera de los alucinantes arrecifes de coral del Mar Rojo, se debe tener en cuenta que el Monte Sinaí es lo suficientemente alto como para provocar la enfermedad del buzo, lo que puede hacer que el viajero viva una experiencia, no precisamente religiosa, sino hiperbárica.

El norte de Tailandia: Mae Hong Son

   Vas a visitar Tailandia, de acuerdo.  Pero, en el fondo estás interesado en algo diferente al itinerario clásico.  Si es así, hay un lugar que no debes perderte: Mae Hong Son.

   Montañas selváticas, parajes naturales y poblados aislados conforman el entorno de esa pequeña localidad de unos 6.000 habitantes.

   Reino independiente hasta el año 1900, Mae Hong Son tiene una clara influencia birmana debido a la masiva llegada de miembros de la etnia shan que huían de los diversos conflictos armados en Myanmar.  Aunque situada a pocos kilómetros de la frontera con este país, no es posible el acceso desde este lugar ya que solo hay un paso terrestre habilitado para ello y se encuentra más al norte.

   Es un lugar ideal como base para explorar sus ricos alrededores pues, a diferencia de localidades como Chiang Rai, es posible disfrutar de una esplendida ruta senderista o de las vistas que ofrece el templo What Plai Doi, a 1.500 metros de altitud, sin la presencia masiva de turistas.

   Para los amantes de las rutas moteras, esta pequeña ciudad es un lugar perfecto para hacer una parada a lo largo de los casi 1000 kilómetros de una de las rutas en moto más pintorescas de Tailandia.  Pero no se necesita una majestuosa Harley Davidson para “rutear” por los pequeños poblados que se extienden a lo largo y ancho de Mae Hong Son.  Un sencillo ciclomotor, que se puede alquilar en el centro de la ciudad, es suficiente para llegar a rincones como Bang Rak Thai, lugar enclavado junto a un sereno embalse, con una rica gastronomía originaria de la provincia china de Yunnan, lugar de origen de los fundadores de este apacible lugar.  A partir de aquí, es mejor darse la vuelta, pues al final de un pequeño camino que llega al paso fronterizo, se halla una peligrosa ruta que se utiliza para la distribución de droga entre Laos, Tailandia y Myanmar.

 

 Y siguiendo sobre nuestro ciclomotor, a unos 35 kilómetros al noroeste de Mae Hong Son, se llega a uno de los reclamos turísticos más conocidos y, a la vez, más polémicos: las “mujeres jirafa” del poblado de Kayan Tayar.  No está muy claro cómo se dio inicio a la costumbre de llevar unas espirales metálicas alrededor del cuello de la mujeres de estos poblados.  Hay teorías que sostienen argumentos tales como que se evitaba que los tigres las pudieran agarrar por el cuello, pero es muy probable que sean simples adornos.  Unos adornos a los que el poblado está sacando un notable provecho, puesto que una costumbre que comenzaba a estar en el olvido, ha vuelto a resurgir a raíz del dinero que aporta el turismo, pues estos poblados son visita obligada en todos los itinerarios turísticos que organizan las agencias de viajes.  La elevada cantidad de 250 THB es lo que tiene que pagar cada turista que desee dar un paseo y echar un vistazo a la forma de vida –o la que desean mostrar en ese momento- de este pueblo.  Numerosos tenderetes con recuerdos y artesanía son ofrecidos para su venta por estas mujeres jirafa, quienes no cesan de ser fotografiadas por turistas que posan al estilo del cazador con su presa.

                                        

   ¿Zoos humanos o interés por su cultura?  He ahí la interminable discusión acerca de la visita a los poblados.  Como todo, hay opiniones para todos los gustos pero, sin duda, hay que visitar el lugar para opinar.

   Para llegar hasta Mae Hong Song hay un autobús que parte desde la turística ciudad de Chiang Mai.  El principal problema es que tarda 8 horas y que la carretera serpentea continuamente, lo que hace que el viaje sea algo incómodo.  La mayoría de viajeros prefieren aprovechar el tiempo y vuelan desde Chiang Mai en un trayecto de 35 minutos, pues la diferencia de precio no es tan elevada.  El aterrizaje en el diminuto aeropuerto de Mae Hong Son tiene su encanto, pues su limitada pista se halla junto a los huertos y establos de los ciudadanos de la localidad.

   Aunque hay multitud de alojamientos interesantes, merece la pena valorar la opción de pernoctar un par de noches en el Fern Resort, un eco-turismo situado en un impresionante paraje.  Sus 30 bungalows son muy acogedores y en el propio espacio que ocupa el alojamiento hay una ruta senderista que te adentra en los parajes selváticos.  Si decides darte un paseo por este sendero, los perros del alojamiento te acompañarán, pues entre sus labores están la de orientar al senderista y protegerlo de eventuales peligros.  La opción de valorar este alojamiento se convierte en una obligación cuando se descubre que, a través de buscadores de hoteles en internet, es posible reservar por un precio que ronda los 25 euros por habitación.

   Reserva unos días de tu viaje a Tailandia para conocer este increíble rincón.

San Cristóbal de Las Casas, tierra de maravillas naturales

   

Aquí el Pueblo manda y el Gobierno obedece”.  Se puede decir más alto, pero no más claro.  Esas ocho palabras, situadas en varios carteles aferrados a los postes de luz que orillan la carretera, son las que dan la bienvenida al Estado mexicano de Chiapas.  Desde Palenque y sus ruinas, tras más de 6 horas conduciendo sobre asfalto en obras primero y, a través de la retorcida carretera incrustada en los altos de Chiapas después, se llega hasta la plácida localidad de San Cristóbal de Las Casas, aunque su actual calma llegara tras los episodios de rebelión zapatista que el 1 de enero de 1994   otorgaron enorme popularidad a esta región, que se levantó en armas y tomó forma de guerrilla de izquierdas en defensa de los derechos y autonomía de los indígenas.  Así, la actuación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) obligó al gobierno mexicano a iniciar negociaciones que, casi 20 años después, no han dado los resultados esperados.

   A casi 2000 metros de altitud, nos encontramos en la capital cultural de Chiapas y, muy posiblemente, de todo el continente americano.  Si el antiguo Imperio de España fue capaz de barrer en 2 años casi 3000 años de antigua civilización mesoamericana, es comprensible que fuera español, D. Diego de Mazariegos, natural de Ciudad Real, quien fundó San Cristóbal allá por el año 152, aunque a quien se le debe su nombre actual es al fraile dominico español Fray Bartolomé de Las Casas.

   San Cristóbal representa la armonía cultural y un ejemplo de convivencia entre las costumbres actuales y novedosas que aportan los visitantes extranjeros y las tradiciones nativas que todavía se mantienen en multitud de aldeas cercanas, como en el caso de San Juan Chamula, pueblo de la etnia tzotzil.

   Orientarse en San Cristóbal es muy fácil gracias al tradicional trazado que los conquistadores diseñaron para las nuevas colonias.  Rectas calles planificadas a modo de tiralíneas se cruzan entre sí, presididas a este y oeste por los cerros de Guadalupe y San Cristóbal, respectivamente.  La calle más turística de la localidad es la calle Real de Guadalupe, peatonal casi en su totalidad, en la que abundan tiendas, cafeterías y restaurantes.  Varios de estos bares y cafés organizan eventos culturales, conciertos y conferencias, y algunos cuentan con salas de proyección en las que se puede asistir a pases de películas de temática zapatista y revolucionaria en su mayoría, si bien hay locales que ofrecen la opción de elegir una película a la carta para disfrutarla en exclusiva, mientras se degusta una exquisita crepe azteca.

   Resulta interesante visitar el bullicioso mercado de artesanía que, a diario, se sitúa en las inmediaciones de las iglesias de Santo Domingo y La Caridad. Además de tejidos indígenas, pulseras, mantas y manualidades diversas, ha proliferado la venta de camisetas turísticas con la imagen del Subcomandante Marcos, caracterizado con pasamontañas y pipa, que se ha convertido en fetiche de culto por liderar la revuelta zapatista y sobre el que circulan enrevesadas teorías acerca de su origen y situación actual.

   

   Existen magníficos lugares para visitar en los alrededores de San Cristóbal. Podemos conocer con más profundidad la cultura indígena visitando alguna de las aldeas tzotziles, como la ya mencionada de San Juan Chamula y la de San Lorenzo de Zinacantán.  Se puede disfrutar del entorno acuático que nos ofrecen lugares como las cataratas de Agua Azul y la cascada de Misol-Ha. Y se debe  recorrer el Cañón del Sumidero, una de las trece Maravillas Naturales de México, ruta de agua que transcurre entre monumentales paredes rocosas, formaciones vegetales curiosas y algún que otro cocodrilo, y que se realiza en una lancha que parte desde el embarcadero de Cahuaré en un viaje que dura alrededor de unas 2 horas.  Algo más lejos, pero factible de visitar en un día, se hallan los Lagos de Montebello y las lagunas de colores, lagos con intensos contrastes cromáticos que, en su recorrido, nos conducen hasta la frontera con Guatemala.

   San Cristóbal de Las Casas cuenta con aeropuerto propio, aunque desde el año 2010 no opera con vuelos regulares de pasajeros, por lo que el aeropuerto de pasajeros más cercano está en la capital del Estado de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, a 1 hora en coche de San Cristóbal.  Como siempre, la opción más cómoda de transporte es la del vehículo propio, pues las rutas que llegan y salen de San Cristóbal son seguras y están en aceptable estado, existiendo incluso una carretera de peaje que acorta el tiempo de viaje para llegar a Tuxtla.  A ello se suma la autonomía que otorga el vehículo propio a la hora de elegir el orden de los lugares a visitar, que no son pocos.

   Vengas en coche, autobús o avión, no olvides incluir a San Cristóbal en tu “padre viaje” por México.