Sudáfrica: Parque Natural de Tsitsikamma

Entorno natural de 70 kilómetros de costa rocosa que se presenta tal y como es, sereno, sometido al golpeo constante y martilleante del Océano Índico, que erosiona su espacio y emite permanentemente su banda sonora, la de la fuerza, la de la inmensidad.

Este Parque Natural, al igual que el de Kruger, está gestionado por SANPARKS, lo que le asegura una conservación impecable y una mejor organización.

El panorama desde el Parque es un placer para los sentidos.  Si a ello se suma la posibilidad de caminar por sus senderos y descubrir rincones maravillosos en los que sentarse y observar la majestuosidad del lugar, el resultado es sublime.

Pequeños paseos nos conducen por puentes colgantes, cascadas escondidas entre el bosque y gigantescos árboles centenarios.

Todo lo anterior se puede rematar con la posibilidad de alojarse en alguno de los bungalows situados a escasos metros del lugar donde rompen las olas, y brindar con el océano en inmejorable compañía y con un botella de vino sudafricano.

El Parque Nacional de Tsitsikamma está situado en la famosa “Garden Route”, a unos 580 kilómetros al este de Ciudad del Cabo, siendo un lugar muy visitado durante el verano austral, pero que en los meses de nuestro verano europeo permite un disfrute en absoluta quietud y tranquilidad.

Una verdadera joya natural que no hay que perderse.

Drakensberg: los Alpes sudafricanos

 A unas 4 horas en coche al sureste de Johannesburgo, el Drakensberg se alza elegante ante nuestros ojos.  Una cadena montañosa que da cobijo a una sucesión interminable de valles y praderas que ondulan al ritmo colorido de sus verdes bosques y amarillos campos, moteados por infinitos pequeños estanques y regados por numerosos ríos trucheros.

El Drakensberg, que pertenece a la región del Parque de Ukhahlamba y ocupa una extensión aproximada de 243.000 hectáreas, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en noviembre del año 2000 por sus atractivos naturales y culturales.

Granjas y vaquerías dan vitalidad a esta próspera región, en la que hallamos numerosas reservas naturales como las de Kamberg, Cobhan, Vergelegen o Coleford.  Las autoridades del Parque brindan la oportunidad de penetrar en estas reservas a través de unos senderos y recorridos perfectamente señalizados, que cruzan ríos y cascadas alimentadas con el agua procedente de la nieve de las cumbres.

Quizá la parte del Drakensberg con más encanto sea la región sur, pues la norte aparenta estar más masificada por el turismo.  Pueblos como Himeville o Underberg son lugares perfectos para dedicarse a explorar durante unos días estos parajes.  Desde Himeville parte una pista de tierra que, a unos 12 kilómetros, nos deja en la puerta de la reserva natural de Cobhan, mientras que a unos 5 kilómetros al sur de Underberg, una muy buena carretera que sale a la derecha de la vía principal, nos abre la entrada a la reserva de Garden Castle, un hipnotizante paisaje de gran belleza.

El Drakensberg atrae por igual a los amantes de la naturaleza y los deportes al aire libre, como a los aficionados a la arqueología, pues han sido identificadas en la región unas 150 pinturas rupestres del pueblo San, las mejores preservadas del África subsahariana.

La naturaleza, sabia como es, supo elegir al Drakensberg como el perfecto guardián del flanco este del reino de Lesoto, pequeño país enclavado en Sudáfrica que es conocido también como el “reino de los cielos” por su elevada alura.  Para cruzar la frontera entre Sudáfrica y Lesoto por el lado este, el único paso posible es el Puerto de Sani, a 2873 metros de altura, y solo es posible llegar a él en vehículo 4×4 o a pie, dada la dificultad de la ruta.

Para imaginar la grandeza del Drakensberg, hay que saber que en la zona sur al menos 26 cumbres sobrepasan los 3.000 metros de altura, destacando el monte Thabane Ntleyana, la cumbre más alta del país, con sus 3.482 metros.

Los alojamientos en los pueblos del Drakensberg son, por lo general, excelentes y con una buena relación calidad-precio, existiendo un amplio abanico de opciones que abarca desde los campings y albergues para mochileros, hasta “lodges” confortables en bucólicas praderas.  Además de rutas de senderismo, la mayoría de alojamientos ofrecen rutas a caballo, visitas a las granjas, prácticas de ordeño, degustaciones en queserías, observación de aves, etc…

Si desear acercarte a esta zona, échale un vistazo a la web oficial www.drakensberg.org.

Sudáfrica: la «Ruta Panorama»

 De camino al Parque Nacional Kruger, no puedes dejar de visitar la región de Mpumalanga (que significa “donde el sol sale”), una de las zonas de Sudáfrica con mejores carreteras. En esta zona de verdes valles y frondosos bosques se encuentran magníficos lugares que son atravesados por la conocida como “Ruta Panorama”, la cual termina por convencer a cualquier de lo maravilloso que es conducir.

 Esta ruta te lleva por lugares como el Blyde River Canyon, majestuoso espacio natural que goza de una fama fácilmente entendible cuando lo compruebas personalmente. Situado en lo alto del cañón, a la izquierda apreciarás los 700 metros de roca que, bajo tus pies, excavó el río durante millones de años, brindándote unas vistas excepcionales.  Por el otro lado, a la derecha, los conocidos como “The three rondavels”, tres macizos rocosos en forma de casas africanas que aparecen en todo folleto turístico que se precie.

En la misma ruta, aunque dependiendo del sentido en el que se haga se encuontran antes o depués, numerosas cascadas y saltos de agua van apareciendo a unos cientos de metros de la carretera principal, cautivándote el sonido que produce la caída de 90 metros de agua en lugares como “Lisbon Falls”, Berlin Falls” o “MacMac Fall”.

Tampoco puedes dejar de pasear por la calle principal de Pilgrim’s Rest, un pequeño lugar de 600 habitantes, antiguo pueblo minero, que ha sido restaurado maravillosamente. A pesar de ser un lugar turístico, se puede disfrutar de su belleza y tranquilidad, siendo merecedor de que pases una noche en lugares emblemáticos de la llamada “carrera del oro” como el Royal Hotel, de estilo victoriano, que conserva los muros de chapa ondulados de sus inicios.

La Ruta Panorama recorre unos 250 kilómetros que, con seguridad, te parecerán pocos… Ya entenderás el motivo.

Sudáfrica: El Parque Nacional Kruger

Una de las visitas imprescindibles en Sudáfrica es la del Parque Nacional de Kruger.  Es, sin duda, uno de los parques de animales salvajes más importantes y grandes del mundo y ha sido elogiado por sus esfuerzos en la conservación de la naturaleza, control profesional de los animales salvajes y la salvaguarda de la herencia de África.

 Fue en 1927 cuando este parque abrió sus puertas al público en general, dándole el nombre de Parque Nacional Kruger en honor a Paul Kruger, Presidente del Transvaal (antiguo territorio de la República Sudafricana), quien ya en 1898 estableció la primera reserva estatal de África movido por la preocupación que le generaba la rápida disminución de los animales con motivo de la caza furtiva y el comercio de pieles y de marfil.  Curiosamente, antes de llegar a ese estado de preocupación fue un reconocido cazador.

 El Parque Nacional Kruger tiene aproximadamente 350 kilómetros de norte a sur, por unos 60 kilómetros de este a oeste, lo que le asemeja en extensión a la provincia de Cáceres, situándolo como tercer parque de África en cuanto a tamaño, pero no cabe duda que en el primer escalón en cuanto a organización.  Para acceder al Parque (por la parte sudafricana, puesto que también puede hacerse a través de Mozambique y de Zimbabwe), existen 8 puertas de entrada repartidas entre el norte, el centro y el sur.  Una vez abonada la cuota de entrada, ya dentro del parque se comprueba que su red viaria interior es excelente, existiendo vías asfaltadas y otras de tierra perfectamente apisonadas, por lo que no es necesario circular en un vehículo todo-terreno, siendo más que suficiente un utilitario común para poder circular por todo el parque.  Pronto se descubre el placer de circular con nuestro propio vehículo a través del Parque, disfrutando de la autonomía que ello otorga, pues siempre es uno mismo quien decide el recorrido a realizar y los lugares a lo que acudir, teniendo como únicas limitaciones las relativas a la velocidad (50 km/h en vía asfaltadas y 40 km/h en pistas de tierra) y las de la prohibición de bajarse del vehículo exclusivamente en las zonas autorizadas.  Por lo demás, situarte al volante y deambular por el Parque a tu aire, te permite gozar de las mágicas apariciones de cebras, antílopes, jirafas y, por supuesto, los llamados “Big Five”: leopardo, elefante, rinoceronte, búfalo y león.  La importancia de estos “cinco grandes” es tal, que su imagen aparece en los billetes sudafricanos.

 La fauna del parque es exageradamente abundante, hallándose censados, entre otros, más de 25.000 búfalos, 9.000 jirafas, 1.000 leopardos, 2.000 leones, más de 11.000 elefantes, 3.000 hipopótamos, 5.000 rinocerontes blancos y negros, más de 500 especies de aves diferentes y más de 120 especies de reptiles, entre los que se cuentan más de 5.000 cocodrilos del Nilo.

 Se puede acceder al Parque para una visita diaria y luego marcharse, o puedes entrar con la intención de pasar varios días alojados en su interior pernoctando en diversos campamentos, lo que te permite recorrer varias zonas del Parque y, con ello, aumentar la posibilidad de ver distintos tipos de animales.  Para permanecer varios días en el interior, el Parque cuenta con unos 17 campamentos y alojamientos en los que se puede encontrar una gran variedad de ofertas, disponiendo algunos de todos los servicios, incluso gasolinera y restaurante, y otros más rudimentarios y aislados.  Se puede elegir entre dormir en tienda de campaña por unos 20 euros para dos personas, dormir en un bungalow por unos 83 euros, y hasta lodges privados para 12 personas por unos 400 euros.  Incluso puedes acceder al parque en autocaravana y pernoctar en ella.  Eso sí, te alojes donde te alojes, la barbacoa está asegurada, pues su presencia forma parte de los elementos imprescindibles de todo campamento.  Para gestionar los alojamientos, la mejor opción es hacerlo a través de la web del organismo que gestiona los parques de Sudáfrica, South African National Parks.  Es aconsejable hacerlo con antelación, pues hay fechas en las que resulta muy complicado encontrar disponibilidad, sobre todo en los meses de diciembre y enero, período vacacional que coincide con el verano austral.

 Además de circular por el Parque a bordo de vehículo, también se pueden realizar paseos a pie, excursiones de 3 días y 2 noches, rutas en mountain bike y salidas nocturnas; todo ello acompañado de guías armados, profundos conocedores del entorno y sus habitantes.  Este tipo de excursiones se contratan directamente en los diversos campamentos del Parque.

 Para llegar hasta aquí, muchos parten en coche desde Johannesburgo, que se halla a unas 4 ó 6 horas de viaje en función de la puerta elegida para entrar al Parque, otros llegan en avión a los aeropuertos de Nelspruit (en la zona sur), Hoedspruit (en la zona central) o Phalaborwa (en la zona norte), existiendo incluso vuelos privados que aterrizan en el aeródromo de Skukuza, en pleno Parque.  La mayoría de estos vuelos parten desde Johannesburgo.

 Actualmente se está desarrollando el proyecto del Parque Fronterizo del Gran Limpopo, que pretende unir el Parque Nacional Kruger con el Parque Nacional Gonarezhou en Zimbabwe y el Parque Nacional Limpopo de Mozambique.

 Coge cámara, prismáticos y… a disfrutar del Parque Nacional Kruger.

Soweto: un pasado muy presente

 

Una enorme urbanización al estilo de cualquier polígono industrial, a lo largo de cuyas calles circulan multitud de taxis colectivos y numerosos habitantes del suburbio que caminan sin rumbo fijo, conocedores de su oscuro pasado y de su incierto futuro.  Cuesta imaginar aquí a Nelson Mandela jugando a deslizarse en una montaña de arena cuando era niño.

 Soweto se ubica al suroeste de la irritante ciudad de Johannesburgo, a unos 20 minutos en coche, debiendo su nombre a la contracción de South Western Township. Las carreteras que conducen a este suburbio son toda una declaración de intenciones que invitan a alejarse de la capital, cuestión que así fue planificada por el Gobierno que allá por el año 1948 institucionalizó el sistema del “apartheid”, alejando a los llamados “no blancos” lo máximo posible de sus centros de poder.

Cuadrículas de terreno que se extienden a lo largo de 20 kilómetros pobladas por casas bajas de diferentes tamaños y colores, con fachadas fabricadas con plásticos y chapas, y albergando en su interior a unos 4 millones de personas que conviven hacinadas.

Ningún sudafricano blanco encontraría explicación al deseo de un visitante de realizar una incursión por las paupérrimas calles de Soweto.  Es lógico, pues la mayoría de ellos no lo han hecho nunca.  Este barrio, que por su tamaño bien podría ser la capital de muchos países, fue el protagonista de las violentas revueltas sociales que, tras muchas muertes, consiguieron que el mundo entero conociera la situación y apoyara sus reivindicaciones contra el sistema de diferenciación de clases en función del color de su piel.  Con el fin de los conflictos acabó el “apartheid”, las distinciones de clases entre blancos y no blancos y, por fin, se alcanzó el ideal de “un hombre, un voto” negado hasta entonces.

 A pesar de su incipiente peligrosidad, hay lugares de Soweto que deben ser visitados para comprender el hecho histórico del “apartheid”.  Lo más habitual es hacer esta visita con alguna ruta guiada que organizan  la mayoría de alojamientos de Johannesburgo, en la cual un conductor-guía residente en Soweto nos acompaña en su vehículo hasta los lugares de interés y nos espera hasta la finalización de la visita. No obstante lo anterior, la delincuencia en sus calles está cambiado y comienza a ser posible circular por los lugares de interés conduciendo tu propio vehículo; pero eso ya depende del espíritu  aventurero de cada uno.

 Visitas de interés hay muchas, pero además de dejarse llevar por el trazado de las calles flanqueadas por  infraviviendas en cuyas puertas ven pasar la vida sus habitantes, quiero mencionar los lugares más conmovedores:

Museo Mandela: lugar en el que vivió Nelson Mandela hasta su ingreso en prisión.  Tras ser puesto en libertad, 27 años después, regresó a su hogar, pero no pudo quedarse debido a la falta de seguridad necesaria para ello.  Actualmente, la casa muestra el mobiliario original y diversos objetos pertenecientes a Mandela.  No hay nada especialmente llamativo, pero sí es una visita emotiva.

Memorial Héctor Pieterson: dedicado al primer estudiante muerto en los disturbios acaecidos en junio de 1976.  Es un edificio de tres alturas construido en ladrillo rojo, que expone mediante documentos gráficos y sonoros todos los acontecimientos ocurridos en esa época.  Sobre todas las fotos destaca la de Hector Pieterson llevado en brazos, ya muerto, junto a la desesperada imagen de su hermana; fotografía realizada por el fotógrafo Sam Nzima.  En el exterior del museo fue plantada una línea de árboles que simboliza la línea de fuego desde la que se realizaron los primeros disparos.

Cementerio de Avalon: es imprescindible visitar este camposanto en vehículo, puesto que las distancias son abrumadoras. De hecho, es el cementerio más grande Soweto.  En este vasto cementerio se encuentran enterrados muchos de los grandes protagonistas de la lucha contra el “apartheid”.  Hay tumbas incluso más allá de donde nos alcanza la vista.  Unas son sencillas, otras en total abandono y otras, muy pequeñas, cuyas lápidas tienen forma de osito y que albergan los cuerpos de los más jóvenes.  Un cementerio en el que solo se da sepultura a los residentes en Soweto.

 Tras estas visitas, se llega a entender algo más de este no tan lejano conflicto racial, pero se sigue sin conocer los límites del despropósito humano.

 Los actuales conflictos protagonizados por los sindicatos mineros sudafricanos han dejado en evidencia que las mejoras sociales prometidas a los más desfavorecidos están lejos de conseguirse.  Si a esto se le añaden las denuncias de casos de enriquecimiento ilícito y corrupción por parte de algunos miembros del ANC (Congreso Nacional Africano), partido político tradicionalmente defensor de la causa anti-apartheid y que ocupa el poder ininterrumpidamente desde las primeras elecciones democráticas post-apartheid en 1994 que, en lugar de ser “sirvientes del pueblo” como dijo en su día Mandela, han pasado a aumentar su fortuna a costa de connivencias con las grandes empresas, es fácil entender que en el ambiente de Soweto, ya de por sí cargado de reproches, se perciban movimientos orientados a sacudirse el estigma del olvido al que han sido sometidos durante tantos años…  El tiempo nos lo dirá.

 Hay varias películas que han recogido más o menos profundamente el conflicto del «apartheid» en Sudáfrica.  Entre ellas está «The Bang Bang Club» (Steven Silver -2011-), drama basado en hechos reales cuyo argumento sigue la historia de Greg Marinovich, Kevin Carter, Ken Oosterbroek y Joao Silva, cuatro fotógrafos de guerra que formaban el grupo que da título al film y que captaron los sangrientos últimos días de aquella terrible etapa.